PRIMER LABERINTO O TRANSFIGURACIÓN DE LAS HORAS
I.
Una ciudad me abarca los ojos
Me detengo
Contemplo los autos
La calle es una sombra hambrienta
que se levanta a puntillas
y me excreta los sesos
Un perro se suicida/ me llevo el yantar a la boca
Se transfiguran las horas
Se desmigajan las casas
Se desmenuzan los cielos
El mar recibe hongos como manchas cubistas
Una flor se asoma por la ventana
La luna camina triste con los hombres a cuestas
Amo el amor nocturno / que se agiganta / a cada paso de la náusea
Mi boca es un hallazgo desbordante
de pulsiones y quebradas
hecha para el océano
y para el nido de los pájaros tristes
ERIKA AQUINO
SILENCIO
Te ando buscando Silencio
en el ojo de la noche.
Ven, pestañea conmigo
Juégame en bucólico romance.
En amoroso sortilegio
juégame en las notas magistrales de tu ser.
Como en la Sinfonía de los Sueños
Óyeme, siénteme, descúbreme.
Vámonos, que llevo una vida de observarte
entre resquicios y es en vano.
Tu hermoso canto es mi único poema.
Toca mi cabeza y devuélveme a la Infancia.
A la pureza de mi ser
A la Inocencia perdida.
Silencio, íntimo Paraíso.
Mi verdadero hogar.
MONICA VALENCIA
DICTAMEN
Si más pesada se torna la soga
etérea, tacita, que -al sombrío sheol-
inmutable nos sujeta.
Preciso ha de ser
a la oscuridad del abismo ceder.
Si la ventura prometida
carente de gloriosa eternidad
no place aquella lasciva intención del pensamiento.
Preciso ha de ser
saciarse en las delicias de exótico fruto.
Si el sacro dictamen
de la austera Divinidad redentora
hiere y oprime la más sutil existencia.
Preciso ha de ser
Poetizar toda inicua blasfemia.
SANTOS PIER
EL ESPEJO DE AGUA
Mi espejo, corriente por las noches,
Se hace arroyo y se aleja de mi cuarto.
Mi espejo, más profundo que el orbe
Donde todos los cisnes se ahogaron.
Es un estanque verde en la muralla
Y en medio duerme tu desnudez anclada.
Sobre sus olas, bajo cielos sonámbulos,
Mis ensueños se alejan como barcos.
De pie en la popa siempre me veréis cantando.
Una rosa secreta se hincha en mi pecho
Y un ruiseñor ebrio aletea en mi dedo.
VICENTE HUIDOBRO